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Mar Caribe colombiano

San Andrés, Providencia y Santa Catalina, un paraíso con Zona Franca e historias de piratas

El archipiélago ofrece, desde el punto de vista turístico, dos variantes bien diferenciadas: por un lado, San Andrés es un destino mundano, donde no falta nada y todo está al alcance de la mano; por otro, Providencia y Santa Catalina poseen el encanto de lo agreste y de lo simple, todo ello enmarcado en un ambiente que aún no ha perdido sus lazos con la naturaleza y su historia.

Cómo llegar a las islas.

Ubicado en la porción colombiana del Mar Caribe, el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es uno de los destinos más solicitados por el turismo internacional que, desde diferentes partes del globo, busca las transparentes aguas de su mar de siete colores.
El principal atractivo de estas islas lo conforman, sin ninguna duda, sus playas de arena fina, su cálido mar multicolor, paisajes éstos que son complementados con multiplicidad de atracciones naturales y artificiales, como el Cayo West o la enigmática Cueva de Morgan.
San Andrés, puerta de entrada y principal isla del archipiélago, cuenta con todas las comodidades de un destino turístico internacional en sus 26 kilómetros cuadrados y es, desde 1954, una zona franca (exenta de impuestos), lo que se traduce en precios un 16% más baratos que en el territorio continental colombiano.
El viaje a las islas es de por sí una aventura, ya que para llegar se deben abordar más de un avión o, como opción para quien esté dispuesto, hacer una travesía en catamarán.
Desde Buenos Aires, Aerolíneas Argentinas ofrece cuatro vuelos semanales de seis horas y media de duración con destino directo a Bogotá, desde donde una conexión aérea local lleva a la isla San Andrés, capital del archipiélago, tras poco más de dos horas de vuelo.
El viajero que desee llegar un poco más lejos, puede optar por el destino Providencia y Santa Catalina, las otras dos islas del archipiélago; podrá hacerlo por mar o aire, abordando un catamarán con capacidad para más de 60 pasajeros o un avión turbohélice de mediano porte.
San Andrés. Llegada al Aeropuerto Rojas Pinilla
El servicio de catamaranes es brindado por la compañía Conocemos Navegando que, salvo martes y sábados, zarpa todos los días a las ocho de la mañana desde el muelle Toninos, próximo al centro de San Andrés, el que –tras una travesía de tres horas y media promedio y el pago del equivalente a $ 683, nos dejará en el Muelle Municipal de la isla Providencia.
Ese mismo trayecto también es cubierto por la compañía aérea estatal Satena en alrededor de media hora a un costo cercano a los $ 2.000, ida y vuelta.
Uno de los aspectos a tener en cuenta para iniciar el viaje es la coordinación horaria entre los vuelos, a fin de evitar demoras innecesarias en los aeropuertos.
Actualmente, nuestra aerolínea de bandera, única con vuelos directos a Bogotá por el momento, no ofrece paquetes completos a destino, por lo que el viaje debe ser reservado en forma personal en cada una de las compañías intervinientes.
La conexión entre Buenos Aires y Bogotá implica un vuelo que, partiendo desde Ezeiza a las 12.50 (domingo, lunes, miércoles y viernes) aterriza en Bogotá a las 17.15 hora local.
Para evitar, ante un eventual retraso, la pérdida del vuelo de conexión entre la capital colombiana y San Andrés, la opción más acertada es reservar un vuelo cuya partida sea entre las dos y tres horas posteriores a la llegada desde Buenos Aires.
Así, la mejor alternativa la ofrece la compañía Avianca, con un vuelo diario a las 19.15, con llegada a San Andrés minutos antes de las 21.30, con un costo aproximado de $ 3.400.
Si el destino final es Providencia, el viajero deberá obligadamente hacer noche en San Andrés, debido a que tanto el catamarán como el vuelo de Satena parten por la mañana, a las 10.30, aunque esta compañía también brinda un servicio por la tarde, a las 16.55.
Es importante para destacar que tanto los vuelos como el viaje en catamarán pueden reservarse por internet, siendo recomendable hacer dichas reservas (y, obviamente, el hospedaje) con una antelación no inferior a los 180 días de la fecha de partida, debido a la alta demanda de estos destinos.
A la hora del regreso, el catamarán suelta amarras a las 14.30 desde el Muelle Municipal, arribando entre las 17.30 y las 18 a San Andrés, con lo cual la vuelta a Buenos Aires deberá planificarse para el día siguiente, con pernocte, indistintamente, en la isla o en Bogotá. 
Por su parte, Satena traslada a la isla mayor en dos vuelos diarios de media hora, uno a las 11.25, que permite abordar casi sin espera un vuelo de Avianca (a las 12.30) con destino Bogotá, ciudad a la que arriba a las 14.35.
Desde el espigón internacional de el Aeropuerto de Eldorado, Aerolíneas Argentinas lleva directo a Buenos Aires, en un vuelo que, partiendo los mismos días de llegada a las 19 hora local, arriba a Buenos Aires a las 3.35, hora argentina.
Todo el itinerario puede ser reservado a través de internet, en las respectivas páginas web de la compañías mencionadas, con suficiente anticipación (entre seis y ocho meses), por ser un destino muy solicitado a nivel internacional.
Es importante destacar que el ingreso al archipiélago sólo es permitido con la denominada Tarjeta de Turismo, un formulario que puede adquirirse en Ezeiza o en Bogotá a un costo aproximado de $ 370 (us$ 26) por pasajero y se debe conservar durante toda la estadía.

El clima.


El encanto de sus playas, la policromía y calidez de las aguas, una temperatura ambiente que oscila entre los 25 y los 30 grados centígrados durante todo el año, hacen del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina uno de los destinos turísticos más privilegiados del planeta.
Con una temperatura mínima promedio de 26°C y una máxima de 30°C, no se puede hablar de invierno o verano en el archipiélago, sino de temporada seca o de lluvias.
El período seco se extiende de enero a abril, en donde las temperaturas son las más bajas (alrededor de 25°C), siendo enero y febrero los meses más frescos.
Durante este período se puede aprovechar la playa sin agobiarse, practicar deportes náuticos o realizar excursiones y paseos por los puntos turísticos más importantes de la isla.
De mayo hasta diciembre se extiende la temporada de lluvias, produciéndose a partir de octubre las precipitaciones más intensas, por lo que algunas excursiones y paseos pueden verse afectados.
Otra característica climática es la temperatura del agua, con un promedio de 25° C la mayor parte del tiempo.
A la hora de alistar el equipaje es recomendable contar con prendas livianas, frescas y que sequen rápidamente; no pueden faltar protectores solares, lentes de sol, paraguas y un impermeable.

Qué hacer en San Andrés.

Circunvalada por una carretera asfaltada, la isla San Andrés puede recorrerse en un viaje redondo de 31 kilómetros que permite visitar la casi totalidad de sus atracciones y puntos de interés.
La mejor opción para hacer este recorrido es alquilar una “mulita” (vehículo todoterreno motorizado) o los clásicos carritos de golf en alguno de los concesionarios de la isla, agrupados mayoritariamente en la costera Calle 1.
El municipio del archipiélago cuenta con el plan Island Bike, un sistema de préstamo de bicicletas al que se accede, con inscripción previa realizada por internet, desde cinco puntos estratégicos (http://sanandres.gov.co/index.php).

Con valores diarios que parten desde el equivalente a $ 390 para los carritos de golf y hasta $ 730 para una mula con capacidad para cuatro personas y equipaje, el visitante dispondrá, por el tiempo que considere necesario, de un medio de locomoción acertado, libre y divertido.
Estos vehículos son prácticamente imprescindibles cuando el visitante decide alojarse alejado del centro ya que, si bien existe un servicio colectivo de transporte y también taxis, las demoras y los costos suelen ser notorios.
En lo referente a alojamiento, la oferta de San Andrés está compuesta por resorts de playa, posadas nativas de muy buen nivel, hostales, hoteles de variada gama y departamentos con todas las comodidades, repartidos por todos los rincones de la isla.
Al respecto, la cadena hotelera Decameron ofrece seis posibilidades de alojamiento: Aquarium, con sus habitaciones que parecen flotar sobre el mar; El Isleño, próximo al aeropuerto; Marazul, a 15 minutos a pie del centro, en Cocoplum Bay; el Maryland, poseedor de una espectacular vista a Jhonny Cay o Los Delfines, con sus pasarelas que se adentran en el mar.
La cadena brinda la modalidad all inclusive (desayuno, almuerzos, bebidas, entretenimiento y deportes náuticos no motorizados, sin límite), y permite interactuar entre las distintas atracciones y espectáculos de cada uno de los establecimientos, sin importar en cual de ellos el turista se aloje.

Interesantes son también las numerosas hosterías nativas; estas son, por lo general, grandes casonas atendidas por sus dueños, quienes recibirán al turista con la típica cordialidad colombiana y, como valor agregado, serán una excelente fuente de información sobre el archipiélago.
Si el plan es vacacionar en familia y con un presupuesto acotado, los viajeros pueden optar por alquilar departamentos en condominios privados; reservados con un depósito previo, de un 30 a un 50% del total, el importe debe ser girado hacia una cuenta bancaria o integrarse a través de medios electrónicos, como por ejemplo PayPal.
Respecto a esto último, se recomienda tomarlos recaudos necesarios para asegurar la lagalidad y titularidad de la propiedad y, de ser posible, hacer la transacción con algún agente inmobiliario de la isla que pueda ser fácilmente localizado.
Por ser una zona netamente tropical, la mayoría de las construcciones de la isla no poseen servicio de agua caliente, con la sola excepción de los hoteles de mayor categoría; por otro lado, es recomendable que el agua para consumo sea mineral, la que se puede adquirir fácimente en cualquier supermercado de la isla.
Otro aspecto a considerar es la conectividad wifi: muchos hoteles la poseen pero cobran el servicio por separado; algunas posadas y hosterías directamente no poseen, por lo que se debe consultar antes de hacer una reserva, si lo que se necesita es estar conectado. 
Si lo que se busca en San Andrés es diversión, vida nocturna y la relación con otros turistas, la mejor elección es hacer base en la zona del centro comprendida por la Calle 1, que bordea la playa principal, la Calle 4 y Carrera 1 hasta la zona de muelles próxima al hotel GHL Sunrise.
Allí, la sucesión de bares, restaurantes y discotecas es profusa y asegura una velada de plena diversión a quienes deseen explorar la noche, entre platos típicos a base de pescado, probar el localísimo trago “coco loco” y disfrutar de bandas locales que interpretan los tres ritmos más populares de la isla, reggae, calypso y mento.
El restaurante y bar Aquarius, ubicado sobre la peatonal Calle 1, ofrece todo en un mismo sitio con una inigualable vista al mar; dotado de pista de baile, es escenario nocturno de shows musicales y de magia.
La isla es, además, un destino estudiantil, por lo que no faltan las discotecas: Éxtasis, Coco Loco y Blue Deep son alguna de las más de 10 opciones elegibles si de danzar se trata.
Gracias a la exención impositiva que rige en la isla, la zona céntrica es uno de los paseos preferidos por los turistas que aprovechan las ofertas en electrónicos importados y sobre las joyas realizadas en base a la esmeralda, la piedra preciosa clásica de Colombia.

Spratt Bay. Es la playa céntrica de San Andrés y la más concurrida (foto gentileza de GeoSerg)
A la hora de disfrutar del mar, además de las playas privadas con que  cuentan los resorts, cuatro playas públicas se esparcen por el contorno isleño; la céntrica y concurrida Spratt Bright; Sound Bay (o San Luis), a 20 minutos del centro; Rocky Cay, con una profundida que no supera los 50 centímetros y la ubicada en Johnny Cay, con acceso a través de lanchas que parten desde Spratt Bright.
La oferta de atracciones no termina en las playas: el turista dispone de actividades que poseen una alta dosis de adrenalina, como el buceo que -por medio de mini cursos- otorga licencia y la práctica del parasail, un vuelo a 30 metros por sobre el mar abierto traccionado por una potente lancha.
Las excursiones por los cayos cercanos y el careteo (buceo con snorkel) son otras opciones menos vertiginosas que puede ser complementadas con el alquiler de motos de agua, que dan la posibilidad de observar la isla desde una perspectiva diferente.
Los llamados Cayos Lejanos (Roncador, Quitasueño, Alburquerque, Serrana, Serranilla y Bolívar) conforman cinco zonas que encierran varios islotes, cayos y bajos, situados en medio del Caribe y rodeados de arrecifes de coral.
Ricos en especies marinas como tortugas, langosta, barracudas, caracoles y tiburones, son lugares elegidos por buceadores profesionales y a los que se debe llegar en grupo, debido al costo de las varias horas de navegación que demandan una importante cantidad de combustible.
Hoyo Soplador
Con menos riesgo y como opción familiar, en el extremo sur de la isla se encuentra el Hoyo Soplador, un túnel rocoso que comunica el mar con la superficie en donde el agua, vaporizada, se eleva varios metros; el lugar es también un interesante punto para la compra de artesanías.Retomando la ruta hacia el norte, La Piscinita, una “olla” natural, permite zambullirse por $ 20 desde más de 10 metros a un estanque donde se podrá nadar junto a inofensivos peces tropicales.
Cerca, una novedosa incursión submarina con escafandra otorga, a mayores de 12 años y por $ 440, la novedosa experiencia de caminar 25 minutos por el lecho marino, tras una breve instrucción previa.
La piscinita
Dejando atrás la Bahía Cove y el Apostadero Naval, en el kilómetro 8 de la ruta circunvalar, la Cueva de Morgan es una atracción de ambientación pirata que, a cambio de $ 75 permite visitar el lugar donde, aseguran lugareños, el famoso corsario escondía los botines obtenidos durante los abordajes.
Ubicada en el barrio La Loma, la primer iglesia Bautista de la isla está ubicada estratégicamente en el punto más alto de San Andrés, regalando al visitante una de las mejores y más abarcativas vistas.
A los imperdibles del archipiélago como Johnny Cay, se suma un recorrido familiar por el Cayo El Acuario y su vecino, el islote Córdoba, a los que se arriba en lanchas colectivas que parten desde diferentes puntos de las isla.
Toda la zona puede ser recorrida a pie, debido a la poca profundidad de sus aguas; la recompensa es la interacción con diferentes especies, entre las que se destacan rayas y una especie inofensiva de pequeños tiburones.

Qué hacer en Providencia y Santa Catalina.

Las hermanas menores del archipiélago, las islas Providencia y Santa Catalina, ubicadas a 90 kilómetros al norte de San Andrés, son la opción preferida de quienes procuran un período vacacional sosegado y armónico.
Aquí, como en su hermana mayor San Andrés, los medios de locomoción ideales son las motos, los carritos de golf y las mulas que pueden alquilarse en cercanías del Muelle Municipal; para los más esforzados, algunas posadas ofrecen a los huéspedes, sin cargo, bicicletas.
Cayo Cangrejo, Providencia. El cayo es un área protegida a la que se accede en kayak o en bote (foto: William Montoya)
Descubiertas por viajeros estadounidenses y europeos que, en la década del setenta comenzaron a acampar en sus playas, las islas se vieron pronto en la necesidad de montar una infraestuctura hotelera originada en la creciente demanda.
A diferencia de San Andrés, no tienen hoteles masivos ni resorts, ya que prevalece el espíritu naturista, tanto por parte de los pobladores como de quienes la eligen como destino.
Al primer hotel de Providencia, el Aury, enclavado en Santa Isabel, el centro histórico, se fueron sumando hoteles y hosterias nativas que convidan al visitante con buena parte de la cultura local.
Cabañas turística South West Bay.
Hoy en día, la oferta hotelera se compone de 38 hoteles y hosterías, tres de ellos ubicados en la isla Santa Catalina; la disponibilidad promedio de las hosterías es de tres cuartos, siendo el hotel El Pirata Morgan el de mayor capacidad, con sus 30 habitaciones.
Por esto, para conseguir las mejores plazas, es recomendable hacer reservas con al menos ocho o nueve meses de anticipación.
En lo referente a gastronomía, la oferta es cercana a lo básico; no existen locales de lujo y la mayoría son puestos de comidas cuyos platos son en base a pescado fresco.
En la zona céntrica hay supermercados y una sola casa de comidas, por lo cual quien desee comer una pizza, papas fritas o algún plato no proveniente del mar deberá contar con una alta dosis de paciencia para acceder a su pedido.
Las playas más importantes de Providencia están ubicadas en la zonas sur y oeste.
Playa Manzanillo, Providencia. Ubicada en el extremo sur, es considerada la más hermosa de la isla (foto: Á. Espin).
Al sur, Bahía Sur Oeste (South West Bay) posee la playa más extensa; algunos de sus restaurantes sirven los mejores frutos de mar de la isla y todos los sábados hay carreras de caballos.
También al sur, la playa Manzanillo es considerada por muchos la más hermosa de Providencia y tiene una extensión aproximada de 300 metros; para acceder se deberá hacer una larga caminata o 5 minutos de recorrido fuera de ruta con un carrito de golf.
Esta playa de agua cristalina cuenta con un solo restaurante y bar, El Bar de Rolando, de estilo rustico, que sirve cócteles y comida de mar, entre fogatas y reggae; es uno de los pocos lugares para disfrutar de noche en Providencia.
La Bahía Agua Dulce (Sweet Water Bay), zona turística por excelencia, es la mayor concentración de restaurantes y hoteles de la isla; su playa, ubicada mirando al este, tiene aproximadamente 150 metros de longitud.
La Bahía de Maracaibo tiene posiblemente la vista más hermosa de la isla; contiene la laguna y el Parque Nacional McBean, además de proveer el acceso a Cayo Cangrejo, un área protegida y de acceso controlado, a la que se puede llegar en kayak para admirar el maravilloso color del mar que lo rodea.
South West Beach (Álvaro Espin)
Puente de los Enamorados (GeoSerg)
La pequeña isla de Santa Catalina esta conectada con Providencia por un hermoso puente de madera conocido como el Puente de los Enamorados, un paseo que hará disfrutar de los atardeceres y las puestas de sol.
Esta isla tiene algunas pequeñas playas, tal el caso de Fort Bay, punto de inicio de un largo sendero que conduce a la Cabeza de Morgan, sitio apto para la práctica de snorkelling o, simplemente, nadar alrededor de la cueva donde este pirata, reiterativamente, guardaba sus tesoros.
Santa Catalina. Cabeza de Morgan

Conclusiones de la experiencia.

La visita al Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es, desde la pro-pia planificación del viaje, una aventura que merece ser experimentada al menos una vez.
El conjunto isleño propone muchas más cosas que las que un paquete turístico puede ofrecer como plan vacacional, aunque como contrapartida, el viajero es responsable de su propio itinerario si desea dar unos pasos más allá de lo convencional.
Con la toma de alguno de los recaudos mencionados anteriormente, tanto para reservas como para la elección del hospedaje, el resultado puede convertirse en un sinfín de anécdotas y recuerdos que perdurarán en la memoria por muchos años.
San Andrés es el destino ideal para quienes buscan que la diversión, el movimiento, la vida nocturna y la adrenalina sean los ingredientes básicos de sus vacaciones.
Providencia, en cambio, es la parada ideal de aquellos para los que el término vacaciones significa relax, distensión y contacto directo con la naturaleza.
A pesar de ser marcadamente diferentes, la conjunción de estas variantes en un derrotero combinado puede ser la fórmula mágica que permita disfrutar de unas vacaciones inolvidables, en un territorio que, antaño, fuera elegido por piratas y corsarios para esconder sus botines.

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